Sin proyecto para restaurar la República, no hay oposición
Gregorio Ortega Molina
*En qué ha consistido el combate a la corrupción y la impunidad, y cuál es la diferencia entre colecta, aportaciones para la causa, o llenarse los bolsillos con dinero ajeno, debido al tráfico de influencias; o la distancia entre Emilio Lozoya Austin y su hijo Andrés Manuel López Beltrán. Ambos son juniors
El trayecto para resolver los problemas nacionales es complejo, está sembrado de engaños y propuestas reiterativas acerca de lo que ya fracasó. La oferta política de todos los partidos, incluido el que afirma gobernar, es obsoleta y atenderla nos llevaría más lejos al pasado.
Ante lo atestiguado durante los últimos cinco años, puede afirmarse que Andrés Manuel López Obrador es víctima de su propia obsesión en torno al poder absoluto, y carece de la capacidad necesaria para explicar cómo puede lograrse la purificación de México, en qué ha consistido el combate a la corrupción y la impunidad, y cuál es la diferencia entre colecta, aportaciones para la causa, o llenarse los bolsillos con dinero ajeno, debido al tráfico de influencias; o la distancia entre Emilio Lozoya Austin y su hijo Andrés Manuel López Beltrán. Ambos son juniors.
Él mismo se enreda, incapaz de discernir la diferencia entre maloliente y apestoso. Un personaje con tal poder, debiera tener los conocimientos semánticos necesarios para dejar en claro su mensaje, su proyecto.
Lo terrible, y esto debe quedarnos claro, es que hace muchos años la República carece de proyecto, precisamente porque son incapaces de gobernar sin ese Poder Ejecutivo que es la piedra angular de la corrupción y la impunidad, para mantener la imagen -el tipo, dirían los viejos- de una democracia con destellos de libertad electoral, hay angostada, como reducido está el aval constitucional del Legislativo, y como crece el embate para subordinar al andamiaje de la administración de justicia bajo la férula del hombre fuerte, su dictado, su voz.
No veo al grupo de personas dispuestos a proponer lo que se necesita: la reforma del Estado con énfasis en la institución presidencial, para que, de una buena vez, se abran los cauces legales y constitucionales para que la impunidad deje de formar parte de las atribuciones de gobierno del presidente de la República.
Para que la propuesta de los gobiernos de coalición funcione, se requiere de un presidencialismo parlamentario, con un primer ministro con funciones de jefe de gobierno, y un titular del Ejecutivo, con la responsabilidad de jefe de Estado.
Si esa es la propuesta, sólo entonces pueden ofrecer a los electores un candidato o candidata idónea para llevarla a cabo, y sacar a la República del desorden actual. De no ser así, sólo queda suponer que se han coludido con AMLO para que su poder sea más fuerte y duradero que el de Plutarco Elías Calles.
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