Crecen los yerros cometidos por López Obrador; lo peor aún por venir
Jorge Hidalgo Lugo
Como si el mundo se le viniera encima y ya no tuviera argumentos con qué tratar de ocultar los graves episodios de corrupción que permean en su fatídica gestión al frente del país, ahora Andrés Manuel López Obrador enfrenta el escándalo mediático que se desató al filtrarse los gastos descomunales que realiza el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval Gutiérrez.
Esto en el mismo marco de la exhibición mundial que el gobierno de Joe Biden le dio al darse a conocer apenas algunos datos, luego de la infiltración que elementos de la DEA hicieran por igual a los medios informativos sobre la producción y tráfico de fentanilo que se realiza en Sinaloa, tierra de todos los afectos del obradorismo y que involucran gravemente a los hijos del señor Joaquín Guzmán Loera, encarcelado en aquel país que ahora reclamará la extradición de los “Chapitos”, como se conoce en el ámbito criminal a esa descendencia.
Golpes severos que le asestan en menos de dos semanas y que se suman ahora a la histórica decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de invalidar los artículos que hacían efectiva la transferencia administrativa y operativa de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Triada de hechos que aun cuando pueda considerarse estarían ubicados en ámbitos por separado, conforman lo impensado para quienes siempre han creído imbatible o intocable a López Obrador.
Y esto pinta para ser apenas el principio de una debacle no sólo mediática y por ende, pérdida de credibilidad entre su feligresía, sino adquirir visos de judicializar acciones cometidas por no respetar la Constitución que juró guardar y hacer guardar en aquel no tan lejano primer día de diciembre de 2018.
En el primero de los casos no ha podido, tampoco se ha esforzado mayormente, explicar cómo un general al frente de la Defensa Nacional puede tomarse atribuciones para emprender viajes de placer no sólo acompañado de sus familiares, sino también de un séquito de militares que lo mismo sirven de agentes de seguridad que de “damos” de compañía al clan vacacionista.
En el entendido que siendo como se dice en la jerga oficialista, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, López Obrador debió conocer el itinerario a ejecutar por los vacacionistas y autorizar al General Sandoval González, mancillar la pobreza franciscana por él ideada para demostrar que los actuales no son como los de antes, porque “no somos iguales”, según la retórica manida de quien vive como jeque árabe en un palacio virreinal.
Tampoco se puede excusar para no hablar sobre el tema porque el lujoso periplo del Generalote, se hizo con recursos públicos, los mismos que se escamotean para comprar medicamentos a niños con enfermedades terminales y todos los pacientes que en las mismas condiciones deambulan en todo el país, en espera del milagro para que México no sólo sea la “Dinamarca” en materia de salud, sino hasta lo supere. Mientras tanto, las defunciones no cesan.
Utilizar para lo que en el argot militar se conocen como “viajes de terciopelo” utilizando los jets de uso exclusivo del Ejército, pagos a tripulación, gastos de combustibles o turbosinas, amén de todo lo que significa el despegue y aterrizaje de uno de éstos, es de obligada transparencia.
Quizá por eso es que ha optado por sepultar al INAI ya que a decir en su socarrona actitud “nos cuesta una millonada” a los mexicanos y “no sirve para nada”, o por estar “al servicio de los enemigos de este proyecto”. Algo que no encaja, claro está, en los dispendios que se han descubierto al militar consentido del régimen.
Todo sin dejar de lado las erogaciones multimillonarias con cargo al erario del “pueblo bueno y sabio” -cuyos pobres son parte de la “estrategia” obradorista para tenerlos comiendo migajas de sus limosnas clientelares-, que significan pagar hospedajes, comidas, alquiler de vehículos para desplazamientos y liquidez para la compra de “souvenirs” con qué presumir al regreso, de los sitios inolvidables que se han visitado.
Así en los viajes que no se daba “ni Obama”, Sandoval Gutiérrez goza del respaldo de su comandante en jefe para llevar con él a su esposa, hijos, nuera, nieta, consuegra y escolta formada por no menos de una decena de militares, para cubrir las necesidades logísticas que se requieren para que no haya sobresaltos en el paseo familiar que pagan los mexicanos todos, no sólo los prófugos del ácido fólico.
Poro como dicen los involucrados en el esoterismo, el karma hizo otra travesura más en estos días santos porque apenas horas atrás, López Obrador había salido con esa gallardía tan propia del águila descalza en que cree estar convencido y como buen anti héroe nacional, lanzó desde el fondeo de su tabasqueña humanidad el reto para decir que en México, en el suyo, de su propiedad, “no se produce fentanilo”.
Y no sólo quedó en ese lance, digno de una miniserie a diseñair por su soplanucas de cabecera que ha vivido de la apología del crimen en las series por él producidas, sino que además hizo le redactaran una misiva con qué reclamar a China que fuera esa nación la que fabricara el opioide que tantas vidas está cobrando en el inframundo de las adicciones. Lo que fue desmentido por la nación oriental en su momento.
Hecha la proeza, se tiró a la hamaca y en plena Semana Mayor que le responden los hijos del Tío Sam con un despliegue inusitado de datos donde sin decir más, dan cuenta de la producción del fentanilo, sitios de laboratorios, formas de envío, rutas terrestres y aéreas, con los nombres de los presuntos responsables, todos ellos, consanguíneos del señor Joaquín Guzmán Loera.
Como si no lo hubiera leído o nadie le informara de lo que fue parte sustancial en horas de informativos y publicaciones impresas, enmudeció y no salió al paso para desmentir tan insólita infamia de la DEA. Mucho menos ordenar operativos, una investigación a fondo con los datos confidenciales que seguramente obran en su poder.
Sólo una gran ocurrencia, eso sí, de las que le son características. Instruyó a la Secretaría de Educación Pública emprender una campaña preventiva con el lema “si te drogas, te dañas” y el tibio, pusilánime pronunciamiento:
“El problema del fentanilo lo vamos a resolver cooperando con el gobierno de EU, que tiene, lamentablemente, este problema de adicciones que está afectando mucho, sobre todo a los jóvenes, pero eso no es lo más importantes, sino quitar la ansiedad y deseo por la droga”.
Mientras el gobierno de Biden sigue siendo presionado por congresistas Republicanos y Demócratas que claman por exigir se declare terroristas a los miembros de los cárteles mexicanos, López Obrador creyó retomar el cauce de tranquilidad en su maltrecha parcela, pero le salió un tercer elemento que hoy lo tiene en la lona.
Al cierre de este envío, circuló profusamente la noticia que con ocho votos contra tres, la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalidó los artículos que hacían efectiva la transferencia administrativa y operativa de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Con ello se revocó el decreto por el que se autorizó el traspaso del control operativo y administrativo de la Guardia Nacional a la Sena, al considerarlo violatorio del artículo 21 constitucional, que establece con puntualidad que las instituciones de seguridad pública deben tener carácter civil.
Este resolutivo que marca un golpe severo al arrogante mandatario nacional quien ha pisoteado la Constitución a su antojo, da muestra el lado por dónde van a marchar los magistrados tan agredidos desde el púlpito mañanero, pue el pleno de la Corte concluyó que lo autorizado en septiembre por el Congreso de la Unión es “un fraude a la Constitución”.
Cabe señalar que los únicos obradoristas que siguieron en su afán de quedar bien con quien les patrocina, fueron los ministros Arturo Zaldívar, Yazmín Esquivel y Loretta Ortiz, quienes votaron en contra.
Así las cosas y por lo visto, lo mejor aún está por venir…