Solo un cobarde como López Obrador se esconde bajo el poder presidencial
José Cruz Delgado
En su mente esquizofrénica, el presidente Andrés Manuel López Obrador, se siente dueño de la democracia, del poder absoluto, de todo y de todos. Palacio Nacional, símbolo de las y los mexicanos ha sido denigrado con su presencia, ahí se gestan los discursos de odio, los actos de corrupción, y ataques cobardes contra quienes no están de acuerdo con sus perversidades.
Una prueba de ello son los ataques mediáticos contra la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña Hernández, una mujer valiente que ha dicho que no debe confundirse prudencia, con “cobardía”, y que está recobrando la dignidad del Poder Judicial de la Federación, dignidad que fue pisoteada cuando estuvo al frente Arturo Saldívar.
La chachalaca tabasqueña (Andrés Manuel López Obrador) no le perdona que la Ministra no se haya inclinado ante él, cómo todos los demás en un acto oficial, eso lastimó su orgullo y su ego, desde entonces no cesan los discursos de odio en su contra, sobre todo, porque que no podrá manejarla a su antojo y no le cumplirá sus caprichos.
Todos los actores políticos, excepto los de Morena, han condenado las amenazas cobardes a la integridad física de la presidenta de la Suprema Corte. Pues ha sido el propio López Obrador quien ha emprendido una la campaña de odio, difamación e injurias desatada en su contra.
Hasta llega la locura del presidente que aseguró que llegó a la Presidencia de la República en contra del Instituto Nacional Electoral dizque porque en los debates ayudaban a sus oponentes a la presidencia, e incluso avalaba fraudes electorales en el país, cuando fue el INE quien le reconoció el triunfo.
Si en los debates no pudo contra sus adversarios fue por ignorancia. Otra de sus mafufadas recientes fue enviar a la Cámara de Diputados una iniciativa para modificar el artículo 33 constitucional, con lo que se garantiza a los extranjeros su derecho a la libre manifestación de ideas y elimina para ellos la prohibición de no inmiscuirse en los asuntos políticos del país, así que ahora quienes vengan a nuestro país procedentes del extranjero podrán opinar sobre los asuntos internos que sólo le competían a las y los mexicanos.
Por cierto, para desviar la atención, sobre presuntos desvíos de más de 60 mil millones de pesos, López Obrador, dio a conocer detalles de los 20 mil 516 millones de pesos que el Poder Judicial tiene en fideicomisos para diversas prestaciones y apoyos al ejercicio de la administración de Justicia. 6 mil millones 99 millones de pesos para la Suprema Corte de Justicia de la Nación y 14 mil 402 millones de pesos para el Consejo de la Judicatura.
Pero curiosamente en sus venenosas mañaneras, la chachalaca ha guardado sepulcral silencio en torno al hallazgo de irregularidades millonarias en obras y programas clave del gobierno como el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y Sembrando Vida por parte de la Auditoría Superior de la Federación.
Si fuera honesto ya hubiera aclarado esa situación, pero salió más corrupto y más que sus antecesores, su presunta honestidad es solo una pose demagógica con fines electorales.