Pañuelito… negro
Paco Ramírez
¿Que ya se acabó la corrupción? Lo que hemos hecho es normalizarla, la opacidad y falta de rendición de cuentas, caen como gotas de lluvia en tormenta, y documentadas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) sobre los informes del gasto gubernamental, pero de la transparencia nada, absolutamente nada.
64 mil millones de pesos en irregularidades, así lo corroboró el más reciente informe de la ASF respecto del gasto público 2021 y al igual que las irregularidades de 2019 y 2020, nada se sabe de cómo se gastaron esos recursos o quién se los quedó.
Sólo el escándalo en los medios y al final, el olvido.
El informe de la ASF en cualquier otra parte del mundo sería objeto de despidos e investigaciones, pero aquí ha empezado a apagarse, rebasado tal vez, por una agenda política que nos lleva de sorpresa en sorpresa, levantando cortinas de humo, dejando sucesivos distractores.
Son muchas las joyas que deja este último informe, desde los megaproyectos con sobrecostos sin justificar, contratos por invitación o adjudicación directa, opacidad en operaciones financieras, ausencia de facturas y documentos, así como incumplimiento de requerimientos técnicos, lo que se traduce en boquetes multimillonarios.
Es inverosímil que un gobierno que juró erradicar la corrupción y en su retórica la sostiene, pueda dejar pasar el escándalo de escándalos: las irregularidades registradas en Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), encargada de la gestión del sistema de alimentos subsidiados, durante la gestión de Ignacio Ovalle y que según la ASF asciende a más de 15 mil millones de pesos.
No hablamos de un organismo de los denostados sexenios pasados, sino de una empresa pública creada por el actual presidente, para saciar su nostalgia por el pasado echeverrista, que impulsó a la Conasupo.
Son 15 mil millones, dos mil millones más que el presupuesto del INE para 2023, el doble de lo desviado en la llamada Estafa Maestra, que tan duras críticas se llevó por parte de quien hoy ocupa la Presidencia.
En las obras emblemáticas del Tren Maya y Dos Bocas, se realizaron pagos en exceso hasta por mil 229 millones de pesos.
Nos están viendo la cara a usted y a mí. Nada de “pañuelito blanco”, la corrupción goza de cabal salud y alimenta con frenesí la impunidad también en esta administración.
Cero investigaciones, si acaso algún detenido, pero del dinero, de devolverle al pueblo lo robado, sólo promesas, discursos y ya.
El eterno botín de la clase política que solo cambió de colores o de siglas quedándose en la misma corrupta clase política que tenemos.
México, el país de “No pasa nada”.