VISIÓN CRÍTICA
Ni cómo ayudar
Leopoldo González
México, a fuer de ser sinceros y realistas, no tiene un presente ni un futuro fácil.
En lo interno, el país es rehén de un gobierno que destruye sus soportes institucionales y sus libertades y lo conduce a un abismo de deterioro económico y político, en el que terminará siendo más débil y vulnerable ante sí mismo y frente al mundo.
A esto habría que agregar que nuestro país tiene una de las sociedades menos críticas, más agachonas, menos valientes y más adormecidas o sonámbulas del espacio latinoamericano, lo cual puede comprobarse en la pasividad y el miedo con que reacciona frente al poder, pero, asimismo, en la forma entusiasta con que aplaude los sinsentidos y sinrazones –y además los atracos- que a diario se comenten desde el poder.
Viéndolo desde adentro, en un año 2024 que es de los peores de su historia, México parece un herido obstinado en negar sus moretones y su hemorragia, un enfermo que alega no padecer ningún quebranto de salud, un moribundo que escribe su epitafio como si fuese a vivir siete veces la vida de Matusalén.
No cabe duda: el surrealismo mexicano descubierto por André Bretón en 1924, hace un siglo, es una forma de escapismo que cree burlar la realidad con el matiz, el “suavitel”, la picardía, la mentira y la fantasía, sin caer en cuenta que la realidad es irreductible a cualquier ficción, a cualquier treta propagandística y a cualquier metadiscurso.
México tiene más problemas internos de los que cree e imagina, incluso muchos más de los que está dispuesto a admitir y a reconocer.
A este respecto, la estrategia del poder es clara y es simple: intentar meter al país completo en una burbuja de propaganda y “palabreo” en la que no pasa nada malo y todo está bien, e incluso las obras que propiciaron el mayor saqueo en la historia de una familia presidencial, son todas ellas un éxito rotundo.
La estrategia cobarde y de negación de la sociedad, por su parte, es la del Avestruz: enterrar y sepultar la cabeza en la tierra o en la arena, hacer como que la realidad no existe o no es tan fea e ingrata, pues según esa disonancia ignorar la realidad equivale de algún modo a arreglarla y a evitar las consecuencias de ignorarla.
Así pues, somos mejores que EU, y mejores que Canadá, según el golpe de saliva del poder, porque es la manera más fácil y cómoda de huir del cotejo de realidades “para no caer –se dice- en provocaciones”.
La más inmoral provocación en estos tiempos, en México, es encubrir u ocultar la verdad con golpes de palabreo y mentir con descaro y cinismo sobre las dolorosas realidades que vive nuestra gente en el piso social.
Es doble provocación negarle la verdad a un pueblo, y luego dorarle la píldora para intentar hacerle creer que está a unos pasos de arribar a la Tierra Prometida. Lo más grave de la falsedad institucional son dos cosas: es una ofensa moral y una estafa a la inteligencia.
En lo externo, el gobierno mexicano enfrenta complicaciones peores que las que vivió en la época de Franqlin D. Rossevelt, cuando la Gran Depresión (1929-1934) propició la quiebra de bancos, empresas y economías alrededor del mundo.
Esta vez, México es más débil y vulnerable ante el mundo, primero por la fama de oveja negra con que el inquilino de Palenque nos desgració en la escena internacional y, segundo, porque ahora tenemos un Estado disfuncional que es más ineficaz, más impresentable y muy mal visto por la comunidad internacional, debido al gran error de abandonar el camino democrático por una apuesta populista que consume toda su energía en erosionar y destruir a nuestro país.
Una opción en el gobierno que nada resuelve y todo lo empeora, que apapacha y empodera a los delincuentes y que muestra pocas luces para darle un rumbo económico claro al país, en realidad es una noticia no muy buena para el México de hoy y para las generaciones que vienen.
En estas condiciones, el presente de México es un tiempo nublado, en tanto que el futuro obedece al trazo de un crucigrama sin solución.
Pisapapeles
México no sabe en la que se metió en 2018, lo peor es que todavía no asimila la terapia de shock en que lo metieron los vividores de la nación y las redes clientelares morenistas en 2024.
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